La última y emocionante entrega de MADDADDAM, la gran trilogía  distópica de Margaret Atwood aclamada a nivel internacional. Meses después de que la pandemia del Diluvio Seco haya borrado a casi  toda la humanidad de la faz de la Tierra, Toby y Ren han rescatado a su  amiga Amanda de las garras de los despiadados paintbalistas. Juntas,  regresan a la cabaña de los locoadánidas. Cuyo reticente profeta, Jimmy  -Hombre de las Nieves-, debilitado a causa de la fiebre, hace que Toby  tenga que predicar la teología de los crackers. Zab, por su parte, ha estado buscando a Adán Uno, fundador de los Jardineros de Dios, la religión ecologista y pacifista de la que él mismo se desvinculó  años atrás para guiar a los locoadánidas en su resistencia activa contra la acción destructora de SegurMort. La crítica ha dicho...
«Esta narración probablemente se recordará como la gran contribución de  Atwood a la literatura. Pese a que la novela se desarrolla en un futuro  posapocalíptico, se trata de un libro muy divertido. Es posible que  cuando el mundo llegue a su fin lo único que pueda hacer uno sea reírse.»
National Post «La conclusión de esta notable trilogía nos deja un regusto de  desesperación ante los fracasos de la humanidad, pero también una  sensación de asombro ante el potencial apenas explorado del ser humano que aún queda por desarrollar.»
Publishers Weekly «Sin duda, Atwood acierta en el tono, tanto para la hipocresía  lingüística que logra disfrazar cualquier tipo de catástrofe como para el rechazo desdeñoso de quienes apuntan al desastre.»
The Wall Street Journal «Una sátira mordaz, un ingenio socarrón y un brío verbal crepitan a lo  largo de este libro que cierra la trilogía de Atwood sobre un desastre mundial.»
The Sunday Times «Pocos escritores son capaces de crear un mundo tan ferozmente  cautivador, tan divertido y pleno (irónicamente) de vida. Un panegírico a los poderes imperecederos del mito y del relato.»
Daily Mail «Una escritora que muestra una diversidad virtuosa, y una imaginación  que responde sin reparos a las preocupaciones científicas, pero también al patrimonio literario del que se imbuye.»
The Sunday Times