Cuando logró entrar en la Policía, siendo la única mujer de su promoción, Sonia Vivas observó numerosas irregularidades que la llevaron a denunciar una compleja trama de corrupción policial. A los acusados —policías, políticos y empresarios— se les imputaba delitos relacionados con la explotación sexual, el tráfico de drogas y la pertenencia a organización criminal.
Al abrir esa cloaca y romper el pacto de silencio que impera en los cuerpos policiales, Sonia se convirtió en la víctima de un acoso brutal, perpetrado durante casi diez años, por parte de unos compañeros que sin duda se creían impunes.
Cuando vinieron a por mí es un valioso testimonio que pone de manifiesto la necesidad de renovar una institución corrompida que vive de espaldas a la sociedad que vela por proteger.