Las culturas tradicionales han transmitido una idea muy concreta de la televisión, bien como " ventana al mundo " , bien como " mala maestra " . Pero todas las metáforas con que se ha descrito la experiencia televisiva no bastan para explicar ni su funcionamiento ni su capacidad de fascinación.
En cuanto cultura y en cuanto tecnología, en cuanto deseo social y en cuanto instrumento político, la televisión es un medio mucho más complejo de lo que pretenden las interpretaciones habituales (apocalípticas o integradas). Para comprender su naturaleza es necesario acercarse a ella, aceptar su lenguaje y su método, revisar la modernidad teniendo en cuenta el papel que han desempeñado en su desarrollo los medios de comunicación, y revivir una historia, en la que se inscribe la importancia de la televisión y, al mismo tiempo, su fragilidad; los impulsos divergentes que alimentan la compleja experiencia cotidiana del «homo» telespectador.