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    GRAY, CLAUDIA MONTENA EDICIONES Ref. 9788484416104 Altres productes de la mateixa col·lecció Altres productes del mateix autor
    Ni siquiera el amor puede cambiar tu destino... Tercera entrega de la serie paranormal romántica «Medianoche». Bianca ha abandonado Medianoche y se ha unido a la Cruz Negra, la organización mundial de cazadores de vampiros. Su nueva vida no es precisamente fácil: bajo la tutela de Kate y Eduardo, ...
    Dimensions: 215 x 150 x 24 cm Peso: 250 gr
    No disponible
    13,95 €
  • Descripció

    • ISBN : 978-84-8441-610-4
    • Encuadernació : Rústica
    • Data d'edició : 01/05/2010
    • Any d'edició : 2010
    • Idioma : Español, Castellano
    • Autors : GRAY, CLAUDIA
    • Traductors : MATILDE FERNÁNDEZ DE VILLAVICENCIO;
    • Número de pàgines : 336
    • Col·lecció : MEDIANOCHE
    • NumeroColeccion : 39734
    Ni siquiera el amor puede cambiar tu destino... Tercera entrega de la serie paranormal romántica «Medianoche». Bianca ha abandonado Medianoche y se ha unido a la Cruz Negra, la organización mundial de cazadores de vampiros. Su nueva vida no es precisamente fácil: bajo la tutela de Kate y Eduardo, debe entrenarse con disciplina militar, cuidando de que nadie descubra sus poderes sobrenaturales. Solo hay algo que la reconforta: la compañía de Lucas, su gran amor y único confidente, con quien ya ha empezado a planear una nueva huida. Pero lo que Bianca no sabe es que, por muy lejos que vaya, hay algo de lo que nunca podrá escapar: su destino... «En cuanto nos estiramos, Lucas echó su manta sobre los dos y se acurrucó contra mí, pegando el estómago a mi espalda. Su brazo descansaba en mi cintura y podía sentir su respiración en la nuca. Cerré los ojos, disfrutando del momento. Ojalá estuviéramos solos. Ojalá no estuviera todavía tan afectada por el ataque y por la captura de Balthazar. Ojalá mi cuerpo no temblara de miedo. Habría sido delicioso. Lucas me besó dulcemente en la nuca. Sabía que estaba intentando decirme que ya se nos ocurriría algo. Pero yo sabía tan bien como él que lo teníamos muy crudo...»