En Memorial del convento José Saramago realiza una incursión en la narrativa histórica. El volumen recorre un periodo de aproximadamente 30 años en la historia  de Portugal durante la época de la Inquisición. El planteamiento  registra no sólo el hecho histórico, sino que reconstruye la vida  popular de la época, en un recorrido por los diferentes pueblos de los alrededores de Lisboa. El rey D. Joâo V necesitaba herederos y, como doña Maria Ana no los  concebía, él promete levantar un convento en Mafra a cambio de tener  herederos. Simultáneamente, asistimos a la vida cotidiana del pueblo a  través de la visión de un soldado que perdió la mano izquierda en la  guerra contra los españoles. En un auto de la Inquisición, Baltasar  conoce a Blimunda, una mujer con poderes mágicos que ve dentro de las  personas, y cuya madre fue desterrada a Angola por tener poderes  semejantes. Desafiando los rigores de la religión, ambos se casan  mediante un ritual de sangre. Baltasar se convierte en ayudante del  padre Bartolomeu, que, bajo la protección del rey, trabajaba en inventar  una máquina para volar. La máquina de volar simboliza dos ideales: los  cultos, representados por el propio padre Bartolomeu, y los populares, personificados en Blimunda y Baltasar. Una narración directa, sin concesiones, vigorosa y rica. Saramago da al  lenguaje de esta novela el tono de las narraciones históricas y realiza con él verdaderos malabarismos sintácticos.