Un repaso exhaustivo de los «cánones» de la fealdad, firmado por el gran Umberto Eco. Tras la Historia de la belleza, he aquí la Historia de la fealdad. En apariencia, belleza y fealdad son conceptos que se  implican mutuamente, y por lo general se considera que la fealdad es la  antítesis de la belleza, hasta el punto de que bastaría definir la  primera para saber qué es la segunda. No obstante, las distintas  manifestaciones de la fealdad a través de los siglos son más ricas e imprevisibles de lo que comúnmente se cree. Tanto los fragmentos antológicos como las extraordinarias ilustraciones  de este libro nos llevan, pues, a recorrer un itinerario sorprendente  hecho de pesadillas, terrores y amores de casi tres mil años, donde los  sentimientos de repulsa y de conmovedora compasión se dan la mano, y el  rechazo de la deformidad va acompañado de éxtasis decadentes ante las  más seductoras violaciones de todos los cánones clásicos. Entre  demonios, locos, enemigos terribles y presencias perturbadoras, entre  abismos repulsivos y deformidades que rozan lo sublime, navegando entre freaks y fantasmas, se descubre una vena iconográfica  extraordinariamente amplia y a menudo insospechada. Así que, tras haber contemplado a lo largo de estas páginas la fealdad  natural, la fealdad espiritual, la asimetría, la falta de armonía y la  deformidad, en un sucederse de lo mezquino, débil, vil, banal, casual,  arbitrario, tosco, repugnante, desmañado, horrendo, insulso, vomitivo,  criminal, espectral, hechicero, satánico, repelente, asqueroso,  desagradable, grotesco, abominable, odioso, inmundo, sucio, obsceno,  espantoso, abyecto, monstruoso, horripilante, vicioso, terrible, terrorífico, tremendo, repulsivo, nauseabundo, fétido, innoble,  desgraciado, lamentable e indecente, el primer editor extranjero que vio esta obra exclamó: «¡Qué hermosa es la fealdad!»